16.1.09

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Los vasos no se ven "medio vacíos o medio llenos". Es un hecho que el vaso tiene la cantidad de agua que tiene. También lo es el que decir que está a medio llenar me convertirá en una pesimista de porquería a los ojos de los otros.

La verdad es que no sé bien de qué va hoy. Si de vasos vacíos o de esacosarara que se te adhosa a la garganta. Bien sé que es angustia. Bien sé qué la provoca.

Y para la angustia no hay palabra, por balsámica que sea, que ayude con el mal sabor. Dice Galeano, "tengo una mujer atravesada en los párpados"; lo mío, menos poético, sería "tengo una tristeza atravesada en la garganta, le gritaría de no ser por la tristeza".

Hoy solo somos mi garganta y yo. Y la angustia que nos anida.

14.1.09

"Ni el llanto ni la puteada cambian la realidad"

Este espacio, que en forma grandilocuente y pretensiosa, se llama LA PALABRA BALSÁMICA, recurre una y otra vez a las voces y letras de quienes sí entienden el idioma. Y se entregan en poesía, voz o formación de otros.

“Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos. Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, tabaco negro, oro, maíz con un apetito voraz.

Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías... Pero a los conquistadores se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí, resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... salimos ganando. Se llevaron el oro y nos dejaron el oro. Se llevaron mucho y nos dejaron mucho...

Nos dejaron las palabras.”

Quién se atreve a discutir a Neruda? La lengua es una cuestión mutante y es maravillosa. “No un monstruo transfigurado sino de cambio permanente que incluso se apoya en una permanencia capaz de permitirnos el entendimiento”, es lo que dice Pedro Luis Barcia, Presidente de la Academia Argentina de las Letras.

Lo que cada generación aporta no es tan grande, no serán más de treinta vocablos. Pero es esta mutación la que hace que los vocablos vayan y vuelvan. Arbolito, bondi, son ejemplos de las palabras que se desplazan y tienen connotaciones sociales claras. Corralito es uno de los vocablos más perversos que existe, es un diminutivo afectivo y alude a ese espacio de protección en que pone la madre al niño mientras hace sus tareas. Malsana curiosidad de un ministro de economía.

El habla del argentino tiene diferencias y suelen referirse al del porteño y a del interior. Sin embargo la televisión, el uso de las nuevas tecnologías van homogeneizando el idioma. Así las cuestiones de la oralidad, los cantos regionales, los giros de cada provincia irán perdiéndose.

Las nuevas generaciones son pobres en el uso de vocablos. En diez años se redujeron de 1500 a 500 las palabras empleadas y si a esto se le suman las constantes “invitaciones” de las empresas de telefonía celular a abreviar los mensajes de texto, se corren riesgos. Riesgos que atentan contra la calidad de ciudadano y, específicamente, y la de ser humano.

Dependemos de la tecnología para la supervivencia del idioma. Ni el llanto ni la puteada cambian la realidad.

De esto y más en la charla con Pedro Luis Barcia, Presidente de la Academia Argentina de las Letras.