29.9.13

Lat/Long


El aroma recorrió el departamento. Eva se arrellanó en la cama y, entre sueños, se felicitó por aprovechar la oferta de la cafetera, en seis cuotas sin interés. Con los ojos abiertos dio el último giro bajo las sábanas. -¡Arriba! - se alentó.Ya de pie, abrió los brazos en cruz y se desperezó ruidosamente. Desconcertado, Pocho saludó su bostezo con un miau.

La mujer fue hasta el baño. Puso la pasta en el cepillo y contó mentalmente hasta trescientos, según recomendaba su dentista. Mientras, hizo un repaso de las cosas que hacer, los sitios donde ir y volvió a preguntarse, como todos los días, qué cocinar. Pocho ronroneó haciéndole saber que esperaba su desayuno. 

Sentada en el inodoro sintió un cosquilleo en los hombros. Mínimo, agradable. La sensación se prolongó por toda la columna y sacudió cada vértebra. En un segundo, el hormigueo se hizo picazón. Y la picazón, calor. Asustada, Eva fue hasta el espejo. Giró la cabeza tanto como pudo pero fue inútil. A mayor angustia, menor ángulo de contorsión. Abrió la ducha para calmar el ardor y, por qué no, su inquietud. Pensó en llamar a su madre, pero no quiso preocuparla. Chequeó la hora y supuso que sus amigas ya estarían en la oficina. En tanto, el gato la siguió con mirada atenta y con maullidos, cada vez más frecuentes, hasta ganar su atención.

-Michi, michi querido. No te olvido - dijo mientras lo seguía. Extendió una caricia al lomo de Pocho y se pinchó un dedo. Lo miró de cerca y vio extrañada una serie de escamas que vertiginosamente se hicieron yema, filamento y, por fin, pluma. Dos preciosas alas amarronadas se abrieron sobre el espinazo felino. Pocho, que aleteaba en modo "prueba de fallos", la hizo dar un paso atrás. Tambaleó. Corrió hasta el balcón para pedir auxilio pero contuvo el grito al ver su propio reflejo en la puerta ventana. También ella tenía su par. Rojizo, como su pelo lacio. 

Se acercó a la baranda, con Pocho enredándose entre sus piernas. Cientos de alas lustrosas inundaron las veredas, salieron por las ventanillas de los autos o treparon colectivos. Miles más aparecieron en casas vecinas, panaderías y escuelas. Eva sonrió al saberse parte de un destino itinerante. El bullicio ganó la calle y Resistencia se hizo un sólo plumaje, compacto y multicolor. 

Así, en un movimiento, extrañamente intuido, la ciudad levantó vuelo. Latitud Sur, longitud Este.

Si tuviéramos alas - Miguel Mateos











23.9.13

Pablo


ODA AL DÍA FELIZ

Esta vez dejadme 
ser feliz, 
nada ha pasado a nadie, 
no estoy en parte alguna, 
sucede solamente 
que soy feliz 
por los cuatro costados 
del corazón, andando, 
durmiendo o escribiendo. 
Qué voy a hacerle, soy 
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas, 
siento la piel como un árbol rugoso
y el agua abajo, 
los pájaros arriba, 
el mar como un anillo 
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la tierra 
el aire canta como una guitarra.

Tú a mi lado en la arena 
eres arena, 
tú cantas y eres canto, 
el mundo
es hoy mi alma,
canto y arena, 
el mundo
es hoy tu boca, 
dejadme 
en tu boca y en la arena 
ser feliz, 
ser feliz porque si, porque respiro 
y porque tú respiras, 
ser feliz porque toco
tu rodilla 
y es como si tocara 
la piel azul del cielo 
y su frescura.

Hoy dejadme
a mí solo 
ser feliz, 
con todos o sin todos, 
ser feliz
con el pasto 
y la arena, 
ser feliz 
con el aire y la tierra, 
ser feliz, 
contigo, con tu boca, 
ser feliz

17.9.13

Víctor


Jara fue un cantante, compositor y director teatral chileno. Estuvo fuertemente comprometido con la realidad política de su país a través de su militancia en el Partido Comunista y se convirtió en un referente de la canción protesta. 
Fue secuestrado por las fuerzas de Augusto Pinochet, el mismo día del golpe de estado que derrocó a Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973. 
Luego de ser torturado, fue asesinado en el Estado Chile el 16 de septiembre. 
Sin embargo su muerte fue anunciada cuatro días antes.

¡Cómo no amarte Víctor!
Ni olvido ni perdón.
Juicio y Castigo.
Cuando voy al trabajo- Víctor Jara

14.9.13

Blogueros

Hace ya un tiempo la gente de Canal Encuentro vino a Resistencia. 
Y quiso la suerte, o lo que fuere, que Eliana - hija de mi querida Alicia
y Bruno, entre otros, resultaran "entrevistados".
Ya verán en los poco más de ocho minutos que el tema es sobre blogs y otras yerbas. 
Pero si oyen bien, escucharán más. 
Los sueños, los ideales, las ganas de hacer, la pertenencia, la identidad todo suena, increíblemente.

Qué hermosos son! Cuánto hay en ellos y en tantos, tantos más! 
La Matria es nuestra, no tengo dudas.

11.9.13

Allende

Este domingo 8, José Pablo escribió en la contratapa de Página 12 "Las grandes alamedas". 
Sin ánimo de instruir su lectura, aconsejo sí admitirse la emoción.
Y hacerla lágrima.



Las grandes alamedas
Por José Pablo Feinmann

Ni que se haya convertido en la fecha de la caída de las Torres Gemelas evitará que –para nosotros, para los hombres y mujeres de América latina– el 11 de septiembre sea la fecha del golpe de Estado más detestable de los tantos que padecimos. Se trataba de un gobierno elegido democráticamente. Se trataba de un país con un ejército que –a diferencia de los de nuestro continente– había sido guardián del orden constitucional. Se trataba de un presidente que era un hombre noble, con ideas e ideales, un hombre honesto y un hombre valiente. Había tenido un gran apoyo de las masas obreras. Y una queja constante, un repudio sin tregua, del MIR, el principal grupo armado de Chile. Finalmente, todos los sectores de la sociedad –menos los obreros– se unificaron para voltearlo: el ejército, los medios de comunicación, los gremios, las clases altas, las clases medias y –con un empeño criminal, furibundo– los Estados Unidos de Nixon y Kissinger. Las clases medias inauguraron la modalidad de salir a la calle con cacerolas y atronar el país pidiendo la renuncia de Allende.

Allende fue el más original, el más creativo de los líderes socialistas del siglo XX. Descreyó de la célebre dictadura del proletariado y eligió el camino democrático, pacífico al socialismo. Si ese camino fracasó, no menos fracasaron los otros. Con una enorme diferencia. Allende no dejó decenas o decenas de miles o millones de cadáveres tras de sí. Ni presos políticos tuvo. Confiaba en solucionar la antinomia entre socialismo y democracia, que el mandato de la dictadura del proletariado (que viene de las páginas de Marx y que éste asume como su mayor aporte a la teoría política) obliteraba. La derecha –beneficiada por los errores y por las muertes de los socialismos triunfantes y luego derrotados– no tiene rédito alguno para sacar de la experiencia de la Unidad Popular. Salvo que digan que nacionalizar el cobre equivale a fusilar enemigos políticos, o peor aún.

En su último mensaje, don Salvador Allende dijo a su pueblo y a todos los pueblos de América:

¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.


El criminal de guerra Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, peor criminal de guerra aún, odiaban a Allende con una pasión enfermiza. En octubre de 1970, Nixon dijo sobre él palabras injuriosas: “That son of a bitch, that bastard...”

Pero esa imagen de este hombre sereno –aunque capaz de encarnar la fuerza de un tornado–, que lo único que nos dejó, como pertenencia, fue el pedazo ensangrentado de uno de los vidrios de sus anteojos, este hombre maduro, con canas, que sale de La Moneda con casco de guerra y metralleta, para morir peleando, tal vez insensatamente, pero como él lo sentía, es, para mí, el símbolo más puro de la rebeldía, porque trató de cambiar el mundo por los caminos de la democracia y de la paz, y porque no pudo, porque los asesinos del poder internacional no lo dejaron, agarró una metralleta, se puso un casco de guerra y decidió (como esos bravos, legendarios marinos con sus barcos) hundirse con su causa. ¡Ah, don Salvador Allende, ojalá hubiera yo tenido alguna vez en mi patria un líder como usted! Simple, duro, pero sensible, amigo y compañero de la gente de su pueblo, sin sinuosidades, con una sola palabra, la misma de siempre, la que marcó la coherencia de sus días y, por si fuera poco, con ese coraje, don Salvador, que le hizo decir: De aquí no me voy, que sigan otros, no van a faltar, y van a llevarme en sus corazones como a un hombre puro, como a un guerrero y como a un demócrata que les va a henchir el pecho de orgullo y de exigencias perentorias. Porque, de ahora en más, todo chileno que sepa que tiene detrás la figura de Salvador Allende, sabe que no se viene a la vida a jugar, a gozar de las liviandades y las tentaciones, sino a meterle el alma y el cuerpo a las causas duras, las de la injusticia, las del hambre, las de la tortura y la muerte. Es mi legado.

Lo es. Tenía la cara de un hombre bueno. Vestía de civil. No andaba ostentando armas ni uniformes bélicos. Se metía entre los obreros. Hablaba en sus asambleas. Les pidió, al final, que se cuidaran. Que no se dejaran sacrificar fácilmente por los carniceros que se cernían sobre Chile. Cuando Castro lo visitó le dijo que tenía que recurrir a la violencia si quería sostenerse. Allende no lo hizo. De la violencia se ocupaban los guerrilleros del MIR que, desde luego, lo acusaban de burgués conciliador. ¿Por qué se habrán preocupado tanto los de la CIA y Nixon y Kissinger por un burgués conciliador? ¿Por qué el ejército habrá bombardeado La Moneda? ¿Por qué el diario El Mercurio (al que Nixon le dio dos millones de dólares para desestabilizar su gobierno) lo atacó sin piedad ni vergüenza? ¿Por qué las conchetas chilenas, que son terribles, salieron con sus cacerolas para injuriarlo? ¿Sólo porque era un burgués conciliador? Los del MIR fueron funcionales a los golpistas que, salvo los que se fugaron, murieron todos, en el Estadio Nacional o en las más siniestras mazmorras, tan cruelmente como los líderes de la Unidad Popular. No, Allende no era un burgués conciliador. Era un socialista temible. Porque había elegido la democracia (el arma ideológica que la derecha cree suya) para ir hacia el socialismo. Pero, luego, hizo algo peor. Murió con su causa. Dejó, para el socialismo, un ejemplo moral incuestionable. Y murió sin perder sus esperanzas. El hombre libre volverá. Las altas alamedas lo esperan. Bajo ellas se fue Allende de este mundo.

La batea - Quilapayún

6.9.13

Fear




Resistencia, Septiembre - 2013

Ya lo sabemos - Árbol

5.9.13

Viñetas

04/9

Faltan cinco minutos para que termine el día. 
El calendario hace memoria y remite a El Eternauta. 

En 1957 con dibujos de Francisco Solano López y guión de Héctor Germán Oesterheld, en la revista Hora Cero Semanal aparecen los primeros cuadros de la que será la saga más perdurable de la historieta nacional e internacional. Se trata del relato de un viajero de la eternidad que se aparece en casa del guionista y le cuenta la historia de una terrible invasión extraterrestre en Buenos Aires.  En homenaje a esta primera publicación, se festeja hoy el Día de la Historieta.  

No podía dejarlo pasar
Porque a pesar de Ellos, tod@s nosotr@s, l@s Juanes, hacemos de la vida un festejo continuo.






Canción de Alicia en el país - Serú Girán


3.9.13

Farsantes


¿Qué cosa es la verdad?
Si dijera que anoche la tele mostró a dos hombres besándose en la cama, no mentiría. 
Y sin embargo faltaría al espíritu de lo cierto.

Pedro tiene gripe. 
Está solo en su casa y en la vida, aun a pesar de su matrimonio con Camila. 
Guillermo, su socio en el bufete de abogados, preocupado, lo visita. 
Le prepara un té, un caldo caliente, lo arropa; arregla el desorden del departamento y se tiende a su lado a repasar un expediente. 
Pedro, gira en la cama, se apoya en el hombro de Guillermo e incorpora, sutil, brevemente. 
Lo mira a los ojos y lo besa. 
Con timidez, con culpa, con ternura. 
Como todo primer beso enamorado.

La pantalla muestra dos hombres y un beso. 
Yo veo una historia de amor. 
Alguien ama a alguien y espera le corresponda.
No es acaso la trama de tu vida?
De la vida de tod@s?

Farsantes va por El Trece, de lunes a jueves, a las 22.40
No sigo la tira. Por eso me alegra haberme topado anoche,
con una insuperable escena de amor. 
Como las mías...

Pecado - Caetano Veloso