Siempre se aparece en la vida de una mujer algún que otro
- y que se me permita la incorrección -
pelotudo.
Es cierto que a veces una se lo choca,
otras que lo atrae
y
tantas que lo elige.
Será la, no menos imbécil, vocación de Pigmalión?
De todas formas la pelotudez no es un bien ganancial.
Así que al irse, el quía en cuestión se lleva su parte plena.
A cuidarse muchachas.
O Divididos terminará teniendo razón:
Dios se hace el canchero con los milagros.
Ay, qué Dios boludo...
Parece que también es hombre.